jueves, 29 de noviembre de 2012

LOS ZAPATOS NUEVOS.

             Del blog http://unaantropologaenlaluna.blogspot.com.es/, he extraído esta pequeña historia, aunque  relacionado con otro tema, viene que ni pintado para la situación de crisis que vivimos y la información que recibimos, la historia dice:
Un hombre entra en una zapatería, y un amable vendedor se le acerca:
- ¿En qué puedo servirle, señor?
- Quisiera un par de zapatos negros como los del escaparate.
- Cómo no, señor. Veamos: el número que busca debe ser... el cuarenta y uno. ¿Verdad?
- No. Quiero un treinta y nueve, por favor.
- Disculpe, señor. Hace veinte años que trabajo en esto y su número debe ser un cuarenta y uno. Quizás un cuarenta, pero no un treinta y nueve.
- Dígame: ¿quién va a pagar los zapatos, usted o yo?
- Usted.
- Bien. Entonces, ¿me trae un treinta y nueve?
El vendedor, entre resignado y sorprendido, va a buscar el par de zapatos del número treinta y nueve. Por el camino se da cuenta de lo que ocurre: los zapatos no son para el hombre, sino que seguramente son para hacer un regalo.
- Señor, aquí los tiene: del treinta y nueve, y negros.
- ¿Me da un calzador?
- ¿Se los va a poner?
- Sí, claro.
- ¿Son para usted?
- ¡Sí! ¿Me trae un calzador?
El calzador es imprescindible para conseguir que ese pie entre en ese zapato. Después de varios intentos y de ridículas posiciones, el cliente consigue meter todo el pie dentro del zapato.
Entre ayes y gruñidos camina algunos pasos sobre la alfombra, con creciente dificultad.
- Está bien. Me los llevo.
Al vendedor le duelen sus propios pies sólo de imaginar los dedos del cliente aplastados dentro de los zapatos del treinta y nueve.
- ¿Se los envuelvo?
- No, gracias. Me los llevo puestos.
El cliente sale de la tienda y camina, como puede, las tres manzanas que le separan de su trabajo. Trabaja como cajero en un banco.
A las cuatro de la tarde, después de haber pasado más de seis horas de pie dentro de esos zapatos, su cara está desencajada, tiene los ojos enrojecidos y las lágrimas caen copiosamente de sus ojos.
Su compañero de la caja de al lado lo ha estado observando toda la tarde y está preocupado por él.
- ¿Qué te pasa? ¿Te encuentras mal?
- No. Son los zapatos.
- ¿Qué les pasa a los zapatos?
- Me aprietan.
- ¿Qué les ha pasado? ¿Se han mojado?
- No. Son dos números más pequeños que mi pie.
- ¿De quién son?
- Míos.
- No te entiendo. ¿No te duelen los pies?
- Me están matando, los pies.
- ¿Y entonces?
- Te explico -dice, tragando saliva-. Yo no vivo una vida de grandes satisfacciones. En realidad, en los últimos tiempos, tengo muy pocos momentos agradables.
- ¿Y?
- Me estoy matando con estos zapatos. Sufro terriblemente, es cierto... Pero, dentro de unas horas, cuando llegue a mi casa y me los quite, ¿imaginas el placer que sentiré? ¡Qué placer, tío! ¡Qué placer!

            Yo diría que el placer, cuando desconecto la radio, la televisión o dejo de leer el diario, es el mismo que es pobre hombre cuando se quita sus estrechos zapatos,   hay días que me colgaría de la lampara del salón, con la esperanza de que no aguante el peso, de tan penosas que son todas las noticias.

lunes, 26 de noviembre de 2012

¿A QUE SUENA ESTE DISCURSO?


“(….) Queremos vivir para la felicidad y no para la miseria ajena. No queremos odiarnos y despreciarnos mutuamente. En este mundo hay sitio para todos. Y la buena tierra es rica y puede proveer a todos.

El camino de la vida puede ser libre y bello; pero hemos perdido el camino. La avaricia ha envenenado las almas de los hombres, ha levantado en el mundo barricadas de odio, nos ha llevado al paso de la oca a la miseria y a la matanza. Hemos aumentado la velocidad. Pero nos hemos encerrado nosotros mismos dentro de ella. La maquinaria, que proporciona abundancia, nos ha dejado en la indigencia. Nuestra ciencia nos ha hecho cínicos; nuestra inteligencia, duros y faltos de sentimientos. Pensamos demasiado y sentimos demasiado poco. Más que maquinaria, necesitamos humanidad. Más que inteligencia, necesitamos amabilidad y cortesía. Sin estas cualidades, la vida será violenta y todo se perderá.
         (...)
             La desgracia que nos ha caído encima no es más que el paso de la avaricia, la amargura de los hombres, que temen el camino del progreso humano. El odio de los hombres pasará, y los dictadores morirán, y el poder que arrebataron al pueblo volverá al pueblo. Y mientras los hombres mueren, la libertad no perecerá jamás.

         (…). ¡ No os entreguéis a esos hombres desnaturalizados, a esos hombres-máquina con inteligencia y corazones de máquina ! ¡ Vosotros no sois máquinas ! ¡ Sois hombres ! ¡ Con el amor de la humanidad en vuestros corazones !  ¡ No odiéis ! ¡ Sólo aquellos que no son amados odian, los que no son amados y los desnaturalizados !

           (...) ¡ No luchéis por la esclavitud ! ¡ Luchad por la libertad !

         (...) ¡ En vosotros ! Vosotros, el pueblo tenéis el poder, el poder de crear máquinas. ¡ El poder de crear felicidad ! Vosotros, el pueblo, tenéis el poder de hacer que esta vida sea libre y bella, de hacer de esta vida una maravillosa aventura. Por tanto, en nombre de la democracia, empleemos ese poder, unámonos todos. Lucharemos por un mundo nuevo, por un mundo digno, que dará a los hombres la posibilidad de trabajar, que dará a la juventud un futuro y a los ancianos seguridad.

         Prometiéndoos todo esto, las bestias han subido al poder. ¡ Pero mienten ! No han cumplido esa promesa. ¡ No la cumplirán ! Los dictadores se dan libertad a sí mismos, pero esclavizan al pueblo. Ahora, unámonos para liberar el mundo, para terminar con las barreras nacionales, para terminar con la codicia, con el odio y con la intolerancia. Luchemos por un mundo de la razón, un mundo en el que la ciencia y el progreso lleven la felicidad a todos nosotros. ¡ (...) en nombre de la democracia, unámonos !

         (...) ¡ Las nubes están desapareciendo! ¡ El sol se está abriendo paso a través de ellas! ¡ Estamos saliendo de la oscuridad y penetrando en la luz! ¡ Estamos entrando en un mundo nuevo, un  mundo más amable, donde los hombres se elevarán sobre su avaricia, su odio y su brutalidad! (...) ¡ Han dado alas al alma del hombre y, por fin, empieza a volar! ¡ Vuela hacia el arco iris, hacia la luz de la esperanza! ¡ Alza los ojos, (...)! ¡ Alza los ojos!”

Discurso final de la película “El gran dictador”. Charles Chaplin interpretando las dos caras de la vida: la del bien y la del mal. Con guión, producción y dirección (también parte de la música) de Charles Chaplin en 1940. Fue candidata a 5 Oscars (Mejor Película, Guión, Actor Principal, Música y Actor Secundario).

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